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   Optan por los jardines rodantes. Ya hay 50 en la Ciudad y crece la demanda. Rotan de casa con grupos reducidos de chicos. El sistema no tiene control del Estado.
   Las clases en casas hogareñas dejaron de ser sólo una moda o un esnobismo, un gusto de clase media, para transformarse en una tendencia increscendo y en una opción lúdica y educativa para niños de entre 6 meses y cuatro años. Sin embargo, la modalidad no tiene control estatal.
   Las guarderías y los jardines maternales y de infantes no son la única opción para los chicos. Hoy están cada vez más instalados los jardines rodantes, una opción intimista, para padres con disponibilidad de horarios que quieren evitar las instituciones para los primeros años de sus hijos.
   Se trata de una modalidad que se alimenta del boca en boca y consiste en armar grupos de tres a seis chicos, cuyos encuentros -de tres horas- rotan por distintas casas, casi siempre cercanas. La demanda, según estos jardines, se duplicó en los últimos dos años. Según afirman, es porque una cantidad de padres desconfía de la educación tradicional y también buscan evitar enfermedades, como la bronquiolitis, que abundan en los jardines convencionales.
   Los jardines rodantes -hay unos 50 en Capital- no están regulados por el Ministerio de Educación. Nadie les exige una habilitación formal, tampoco hay tarifas fijas y las “seños” no necesariamente tienen un título docente. El costo promedio del servicio es de unos 4.000 pesos por mes, tres veces por semana.
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   La Directora de Paso a Paso, Carolina Garea piensa que este presente que viven los jardines rodantes “surge de poder brindar una propuesta superadora, en la que los chicos puedan explorar y descubrir en un lugar confiable como pueden ser sus hogares”.
   Mariela y Luisina son dos madres que defienden a rajatabla los jardines rodantes, “indiscutibles en estos tiempos”, remarcan. “Si hay mayor demanda es porque quienes hicimos la experiencia lo transmitimos como algo positivo”.
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   Maestras y madres que integran estas comunidades educativas están convencidas de que el jardín rodante “es importante como primer formador del chico. No buscamos competir ni reemplazar a las guarderías, sino ser un complemento válido. Hay vida más allá de los jardines estándar”. Ambas partes sienten que un grupo reducido propicia un vínculo más estrecho “permitiendo repensar el rol docente desde otro ámbito, ya que se planifica la tarea en función de los intereses particulares de los niños”.
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   La confianza entre padres y maestras no es sencillo lograrla. Por eso las mamás pueden espiar los encuentros. “Hasta que aparece el sorprendente click que nos desapega de los hijos casi con naturalidad”, confiesa Luisina, mamá de Rafaela. Eduardo habla de “algo mágico que se establece, una familiaridad elegida difícil de alcanzar”. “Siempre es mejor que en una institución, donde no hay tanta paciencia”, aseguran las madres.
   ¿Qué sucede cuando un chico no para de llorar? ¿Como confiar en que estará bien? “Me pasó que mi hijo gritaba cuando no me veía y observé cómo era el desenvolvimiento de la maestra, que supo como calmarlo”, responde Daniela, una de las mamás que eligió un jardín rodante.
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   Clarín consultó con especialistas que analizaron el fenómeno y dejan en claro que las instituciones tradicionales son irremplazables.

Pros y contras
   Ante la falta de una reglamentación de la oferta creciente de los jardines rodantes, el Ministerio de Educación porteño no se pronunció. En realidad, como están dadas las cosas al día de hoy, la situación parece limitarse a un contrato entre privados, a diferencia de las escuelas tradicionales (ya sean públicas o privadas) en las que las pautas están regidas por normas y controles.
   “Siempre festejamos cuando niños y niñas inician una experiencia de inclusión social y pedagógica tempranamente, ya que está ampliamente demostrado que redunda en múltiples beneficios para el desarrollo afectivo, social y educativo. Si bien esto es así, pensamos que no se trata de cualquier experiencia y de cualquier modo”, reflexiona Elías Halperín, licenciado en Ciencias de la Educación.
   Felisa Lambersky de Widder, médica pediatra y psicoanalista, especializada en niños, subraya la utilidad de los jardines rodantes y los recomienda “pero hasta los dos años y medio, tres a lo sumo”. A partir de esa edad “yo aconsejo ir a la institución tradicional, lugar necesario para el ingreso a otro tipo de sociabilización, y a una cultura más amplia”.
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   Lambersky de Widder agrega: “A partir de los tres años, el chico debería desapegarse de su casa y de su familia, y empezar a compartir e interactuar con desconocidos de su edad y entender que se es uno más. Por supuesto que un rodante genera un personalismo y una atención imposibles de igualar para una institución estándar la cual, sin embargo, tiene un roce que ya es conveniente”.
   La especialista enumera los aspectos positivos del jardín rodante: “El niño gana muchas cosas que tienen que ver con la contención, el cuidado personalizado, el contacto directo y una evolución asociada al desarrollo lúdico, imprescindible para el aprendizaje cuando se es tan chiquito. Creo que los dos, el rodante y el tradicional, se necesitan y uno es complementario del otro pero pero en determinados sectores sociales, porque en una clase baja que no tiene el ámbito o el espacio ideal, no se puede hacer esta actividad. Los jardines rodantes son para una clase con disponibilidad horaria y habitacional”, concluye”.
 

Javier Firpo

Creemos que es necesario remarcar todas las “seños” de PASO A PASO son Profesoras en Educación Inicial, tal y como debe ser, y que ofrecemos el Jardín Rodante para niños de hasta sala de 2 porque, coincidimos, en que a partir de la sala de 3 la mejor opción para ellos se encuentra en una Institución Educativa.


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JUSANIA DALAN - MAMÁ DEL JARDÍN LOS PORTEÑITOS
Quiero comentar que el jardin para nosotros y para el desarollo de nuestra hija fue muy importante. Siempre fuimos brindados con maestras muy queridas, con mucha responsabilidade y que los cuidaban como si fueran sus hijos. Además, eran supervisadas y la psicóloga simpre nos ayudaba a sanar dudas. Sin duda, haría otra vez el jardín y también lo recomiendo por tratarse de un servicio destinto. Fue un placer muy grande haber convivido con Paso a Paso. Gracias por el cariño y dedicacion a nuestros tesoros.
Colonia Los PATITOS